Me llamo Caty y recojo el testigo de mi compañera María. Soy bióloga marina e investigadora del IEO, donde trabajo desde hace muchos años, como ella, pero en el Centro Oceanográfico de Canarias. Mi trabajo está relacionado con la investigación de cefalópodos (pulpos, chocos, calamares) y con el seguimiento de pesquerías en Canarias y en África noroccidental.

Los nautilus, fósiles vivientes
Como ya os conté en “Oceánicas de hoy”, mi carrera científica ha estado ligada desde sus inicios al estudio de los cefalópodos. Es un grupo de gran éxito evolutivo, con unas 700 especies conocidas y que ocupan una gran variedad de hábitats en todos los océanos. La mayoría pertenecen al grupo Coleoidea (pulpos, chocos, calamares) pero el otro grupo, Nautiloidea o nautílidos, aunque minotiario en la actualidad, fue muy abundante en tiempos pasados y es clave para entender el origen de los cefalópodos.
Los nautílidos son más antiguos que los dinosaurios y se desarrollaron en la Era Paleozoica, concretamente al final del Cámbrico. Durante los siguientes 40 millones de años fue un grupo relevante de predadores marinos, llegando algunas especies a medir más de dos metros. La mayor expansión y variedad de este grupo tuvo lugar hace 200 millones de años, originándose por entonces la familia actual de nautilus que han permanecido sin apenas cambios desde entonces. Se conocen más de 2500 especies, la mayoría ya extintas y solamente 6 viven en la actualidad.
Aunque mi experiencia en la investigación de cefalópodos se ha centrado fundamentalmente en especies sometidas a explotación pesquera (pulpos, chocos y calamares), los primitivos nautilus siempre me han parecido criaturas fascinantes. Sobre todo desde que hace años tuve la oportunidad de bucear con ellos… y lo cierto es que también están sometidos explotación por el interés ornamental de su preciosa concha nacarada.

Buceando con nautilus de la especie Nautilus belauensis en Palau (Micronesia)
Ha coincidido además el hecho de que una colega británica me entregó en el último congreso de cefalópodos varias mandíbulas de nautilus (ver foto abajo) para analizar su microestructura y evaluar sus posibilidades para estimar la edad de este fósil viviente. Por ello, he decidido aprovechar mi entrada de este mes para revisar la bibliografía existente y contaros algunos aspectos que me parecen llamativos de estos primitivos cefalópodos.

Mandíbulas de nautilus (izq.) y detalle lateral de la mandíbula superior (dcha.). Al contrario que en el resto de cefalópodos vivientes, las mandíbulas de los nautilus están calcificadas (capa de color blanco en las fotos).
Los nautilus son diferentes al resto de cefalópodos por su gran concha calcárea externa, ojos primitivos, dos pares de branquias, más de 60 brazos sin ventosas, mandíbulas calcificadas, etc. En cuanto al ciclo vital, la mayoría de cefalópodos tienen vida corta, crecen rápidamente y se reproducen solo una vez a lo largo de su vida. Por el contrario, los nautilus crecen lentamente y la hembra deposita una vez al año huevos fecundados de gran tamaño que tardan meses en eclosionar, regenerando sus gónadas hasta el siguiente evento reproductivo. Ellos van a otro ritmo… los recién nacidos pesan unos 4-6 gramos (concha de unos 2-3 mm), se les ha estimado una edad de primera maduración próxima a los 15 años y los estudios más recientes realizados indican que pueden vivir ¡más de 20 años!

Nautilus belauensis en aguas someras de Palau. Detalle a la derecha: poseen hasta 94 brazos y sus ojos carecen de cristalino
Habitan aguas tropicales del Océano Pacífico, donde viven cerca del fondo hasta los 700 metros de profundidad. En Palau (Micronesia) vive la especie Nautilus belauensis, cuya concha puede superar los 20 cm de longitud. Durante la noche suelen ascender para alimentarse. Es entonces cuando los centros de buceo autorizados aprovechan para retener temporalmente algunos ejemplares en nasas con trozos de pollo crudo en su interior para atraer a los nautilus. Si, parece que ¡les encanta el pollo! Por la mañana suben la nasa lentamente para que los nautilus ajusten el gas de la concha a los cambios de profundidad. En aguas someras se les puede observar, fotografiar y luego son liberados descendiendo de nuevo lentamente la nasa hasta la zona donde fueron capturados, en su feliz hogar profundo y oscuro. Los buceos que se realizan con estos animales salvajes son cortos para evitar que se estresen demasiado, aunque los cambios de temperatura, luz, etc. con respecto a su entorno natural deben afectarles inevitablemente. Desde luego si ahora tuviera ocasión de volver a bucear con un nautilus salvaje pensaría en las consecuencias que puede tener para este bello animal.
Precisamente la belleza de su concha y su comercio incontrolado está poniendo en peligro a los nautilus porque son organismos vulnerables incluso con bajos niveles de explotación. El conocimiento de su biología y la caracterización de sus poblaciones son clave para definir niveles de captura y planes de gestión sostenibles. Desde enero de 2017 todas las especies vivientes de nautilus están incluidas en el Apéndice II de CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres) debido a la posible amenaza de estas especies si no se controla estrictamente su comercio.
Pensemos en todo ello antes de comprar una concha de nautilus…. ¡hasta la próxima!
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