Ana Ramos
(1950)30 años estudiando la biodiversidad del bentos entre África y la Antártida
Ana Ramos nació en 1950 y creció en lo que antes era un pueblo marinero de Málaga. El patio de su casa se abría directamente al Mediterráneo, lo cual marcó su vida desde muy pequeña.
Estudió Biología en la Universidad de Granada, formando parte de la primera promoción. Se fue a Madrid por amor y trabajó varios años como profesora en un colegio.
Con 30 años volvió a Málaga, con la idea clarísima de dedicarse a la investigación marina. Cuidando de dos niños pequeños y trabajando esporádicamente en multitud de cosas, comenzó a ir a diario al Instituto Español de Oceanografía (IEO) como alumna interna.
En 1985 logró por oposición una plaza de ayudante de investigación. Justo en esa época se estaba organizando la que sería la primera expedición científica en aguas de la Antártida y, aunque a los ayudantes no estaba previsto que les dejasen participar, Ana lo solicitó y, como quedaron plazas disponibles, pudo ir.
El principal objetivo de la campaña era estudiar los recursos pesqueros de la zona. Pero Ana se centró en los animales que viven asociados al fondo marino, lo que conocemos como el bentos. En esa época, estos invertebrados que Ana estudiaba no eran una prioridad. Lo principal era conocer mejor las especies comerciales y, claro, estos “bichos” incomestibles no eran importantes, aunque más tarde han demostrado ser fundamentales para la salud de los ecosistemas… ¡y también para la pesca!
Pero la insistencia de Ana le permitió continuar estudiando el bentos antártico durante 20 años. Dirigió cuatro expediciones en las que descubrieron más de 50 especies nuevas para la ciencia. Sin embargo, en paralelo, Ana tenía que cumplir con su principal cometido en el IEO que era el estudio de las pesquerías africanas donde operaba la flota española y que consistía en analizar datos, asistir a reuniones y hacer informes. Hasta que en 1990 consiguió dirigir su primera campaña sobre el terreno en África y trasladó sus estudios pioneros sobre el bentos antártico también a estas aguas.
Desde entonces ha liderado y participado en más de 20 expediciones. Como en la Antártida, sus trabajos han servido para descubrir numerosas especies y avanzar en el conocimiento científico, pero en el caso de África, su compromiso fue más allá de la ciencia. Ana y su equipo se volcaron en la ayuda al desarrollo a través de la formación de científicos. Un compromiso extraordinario, incluso en lo personal… ¡hasta el punto que allí Ana adoptó a dos de sus hijas!
A sus 72 años no pasa por su cabeza la idea de retirarse. En 2019 se jubiló como científica del IEO, pero en la actualidad continúa su trabajo como investigadora en la Universidad de Vigo.
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