Caty Perales-Raya, los cefalópodos y el buceo

8.octubre.2018

No crecí cerca del mar, soy de tierra adentro. Nací en Úbeda, un pueblo renacentista de la provincia de Jaén. Mi pasión por el mar comenzó con 14 años, cuando pasé varias vacaciones familiares en Cabo de Gata (Almería). Con 16 años descubrí que me gustaba la biología, aunque para estudiar esa carrera tenía que trasladarme a Granada y sin beca no era posible para una chica de familia y entorno muy “tradicional” en lo referente a las aspiraciones profesionales de una mujer. La biología era considerada una carrera “con pocas salidas”, pero era mi sueño y me esforcé para conseguirlo. Para relacionar la biología con mi gran pasión por el mar me propuse hacer la especialidad de Biología Marina que entonces solo se impartía en la Universidad de La Laguna (Tenerife), pero estaba muy lejos de Granada… Gracias a la beca y al trabajo como camarera en un hotel del Pirineo durante el verano, reuní los recursos necesarios y me planté en Tenerife con mi maleta marrón para matricularme en Biología Marina. Aquel año realicé mi primer curso de buceo.

Al finalizar la licenciatura tuve la oportunidad de optar a una beca sobre biología de cefalópodos (pulpos, chocos y calamares) en el Centro Oceanográfico de Canarias del Instituto Español de Oceanografía (IEO), y con ella comenzó mi carrera científica, ligada durante casi 20 años a estos apasionantes animales marinos. Después de un periodo de intenso trabajo como becaria en el IEO y alguna estancia fuera de España, acabé el doctorado sobre edad y crecimiento en cefalópodos.

Conocer el ciclo biológico de las especies sometidas a explotación pesquera es fundamental para la evaluación y gestión sostenible de sus poblaciones. Un parámetro importante es el crecimiento de la especie y en este contexto hemos desarrollado técnicas pioneras para la determinación de la edad en cefalópodos que se están aplicando internacionalmente a diversas especies. Estos estudios se basan en el análisis de estructuras duras, como por ejemplo las mandíbulas (o picos) de estos animales. Con técnicas de microscopía y análisis de imagen se identifican y analizan los microanillos de crecimiento, similares a los existentes en la sección del tronco de un árbol, pero a nivel microscópico. La periodicidad de deposición debe validarse, habitualmente mediante experimentos de marcado en cautividad que incluyen el estudio de fases larvarias.

Cada anillo puede depositarse diariamente: la mayoría de las especies de cefalópodos crecen muy rápido y generalmente ¡¡no superan el año de edad y mueren después de la puesta!!

Mandíbula inferior de pulpo adulto (izq.) y sección longitudinal de la zona anterior con incrementos de crecimiento diarios (dcha)

 

Paralarva de pulpo recién nacida (izq.) y mandíbula superior de un ejemplar con varias semanas de edad (dcha)

Siempre he compaginado mi carrera científica con mi afición al buceo y en un paréntesis de varios años me dediqué exclusivamente al buceo, como instructora y buceadora profesional, realizando actividades de enseñanza/divulgación para buceadores y fotografía submarina. Esta fue una etapa que también disfruté muchísimo.

Algunas fotografías submarinas realizadas por Caty en Mozambique e Indonesia

Reanudé después mi carrera científica en el IEO y, desde entonces, compagino la investigación sobre cefalópodos con proyectos relacionados con el seguimiento de pesquerías canarias y africanas en el marco de la Unión Europea, mediante el Programa Nacional de recopilación, gestión y uso de los datos del sector pesquero para asesoramiento científico en la política pesquera común (UE – Data Collection Framework) que requiere una continua colaboración entre pescadores y científicos.

Sin el empeño por conseguir mi sueño, todo habría sido muy diferente. Y me encanta mi trabajo. ¡Ánimo futuras oceánicas!

Un proyecto de:
ieo
Con la colaboración de:
FECYT