
Marina Bolado y la hidrodinámica en el estrecho de Gibraltar
Me llamo Marina y soy natural de Santander, por lo que estar ligada al mar es innato en mí. Crecí rodeada de playas, de acantilados y de familia apasionada por el mar. Uno de los recuerdos más bonitos que conservo de mi infancia es el de verme sentada en el salón de la casa de mis abuelos mirando el mar y contando las olas durante horas y horas.
Mi tío pequeño es un oceanógrafo frustrado. En casa le quitaron las ganas de estudiar ciencias del mar porque: ¿para qué sirve eso? Y, sin saberlo, con su colección de documentales de Jacques Cousteau fue inculcándome la pasión por la oceanografía poco a poco, aunque yo tardé en verlo… Siempre había tenido claro que las ciencias eran lo mío, pero cuando llegó el momento de elegir que estudiar en la universidad, no fue tan fácil. Tras mucho pensarlo, decidí comenzar biología en la Universidad del País Vasco, pero después de dos años vi que tanto “bicho” no era lo mío.
Así que tocaba empezar de cero, esta vez con Cádiz por destino. Un sitio llamado Puerto Real me estaba esperando para comenzar la etapa más bonita de mi vida.
– “Marina se ha ido a Cádiz a estudiar biología marina”, decían mis familiares.
– “¡Qué no, que es ciencias del mar!”, les repetía yo una y otra vez (y trece años después, alguna que otra vez me toca aclararlo).
Ya en primero de carrera, con la asignatura de oceanografía física vi que sí, que aquel era mi sitio. Le siguieron mecánica de fluidos, dinámica, oceanografía ambiental, … Y así comprobé que quería ser oceanógrafa física. Y aunque dudé donde continuar con mis estudios, finalmente me quedé en Cádiz a estudiar un máster en oceanografía.
Gracias al máster pude vivir mi primera experiencia embarcada, ¡y ni más ni menos que en el Hespérides! Participé en la campaña de estudio de la Zona Económica Exclusiva española en Canarias, campaña a la que después he podido ir en cuatro ocasiones más.
Tenía muy claro que la investigación era mi futuro, pero la dichosa crisis no me lo puso fácil. Como a la gran mayoría de nosotras, me tocó salir fuera y una beca Leonardo me permitió pasar ocho meses en el centro de investigación CIIMAR-Madeira estudiando la llegada de masas de agua de origen mediterráneo al archipiélago luso. Pero cuando se terminó esta aventura me tocó esperar hasta por fin conseguir un contrato predoctoral en la Universidad de Cádiz.
Y aquí es donde me encuentro ahora, realizando mi tesis doctoral en el Departamento de Física Aplicada en el marco del proyecto MEGAN. ¿Y qué estudiamos en MEGAN? Pues se trata de un proyecto en el cual estudiamos la hidrodinámica y el acoplamiento físico-biológico en el estrecho de Gibraltar, con especial interés en la conexión Trafalgar-Alborán. La campaña principal tuvo lugar a bordo del buque Sarmiento de Gamboa, en donde recabamos el grueso de los datos de este proyecto.
Gracias a este contrato predoctoral he podido hacer varias estancias de investigación: Madeira (Portugal), Ensenada (México) y ahora mismo me encuentro en el centro de investigación NIOZ, en Holanda, donde pasaré tres meses trabajando en mi tesis.
A la par de ello, he formado parte del Comité Organizador del I Congreso de Jóvenes Investigadores del Mar, que se ha celebrado en Cádiz hace un par de semanas y que espero que sea solamente el primero de uno de los congresos que no pueden faltar en las agendas de las oceánicas.
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