María Sánchez y los recursos pesqueros

22.octubre.2018

Mi nombre es María Sánchez Barba, soy de Pontevedra y trabajo de ayudante de Investigación en el Centro Oceanográfico de Vigo, en el Departamento de Pesca, perteneciente al Instituto Español de Oceanografía (IEO).

Recuerdo cuando era pequeña los madrugones que me daba para ir con mi padre a pescar. Daba igual si era al río con caña a por truchas, a la ribera a por camarones con truel o a las aguas expuestas de la bocana de la ría a por sargos, pintos y maragotas. Crecí fascinada con la riqueza que veía en las aguas atlánticas de esta latitud, sus algas, sus colores y sus formas. La biodiversidad que las gentes del mar de esta tierra aprovechan para vivir.

Cursé estudios de Técnico Superior en Producción Acuícola en el IGAFA (primera promoción) y empecé a indagar cómo podía hacer para trabajar en una campaña de investigación pesquera. Ya había trabajado en barcos, enrolada de marinera o despachando como maquinista dentro de la ría de Arousa, pero mi verdadera ilusión eran los buques científicos. Alguno de mis profesores me decía que eso solo estaba al alcance del personal de la universidad y del IEO. Así que inicié ese camino y conseguí mi primera beca de biología pesquera en el año 97 para formarme en el IEO de Santander y lo recuerdo como uno de los días más felices de mi vida.

Fueron tiempos difíciles porque había que sobrevivir con poco dinero y lejos de la familia, pero ello fue compensado por todo lo que aprendí (que fue mucho y a todos los niveles). Trabajaba con túnidos y tuve la oportunidad también de ser la primera mujer observadora en la flota comercial de tiburones con palangre de superficie del País Vasco (Ondárroa).

Más tarde, por fin conseguí cumplir el sueño de participar en una campaña de investigación a bordo del buque oceanográfico Cornide de Saavedra, que además fue bajo la jefatura de una mujer: Amor Solá.

Más tarde se sucederían más campañas en diferentes mares del mundo y tocando varios continentes. Un trabajo duro compensado por extraordinarias puestas de sol y amaneceres y cielos estrellados que hacían rememorar en mi imaginación las lecturas de mi juventud de Stevenson, Patrick O´brian, Shackleton, Joseph Conrad, Jack London, Melville o Hemingway.

Después de aquella beca y de otra en el Departamento de Medio Marino de A Coruña, mi trabajo se centró en los pequeños pelágicos y conseguí varios contratos.  Uno en el Departamento de Recursos Pesqueros de AZTI en San Sebastián. Otro en el Instituto de Investigaciones Marinas del CSIC en el que puse en práctica mi experiencia, amplié conocimientos y supe lo que es la colaboración con otros centros de investigación marina europeos.

Finalmente saqué una plaza por oposición como ayudante y, desde entonces, sigo embarcando y también realizando trabajos en tierra como muestreos biológicos de especies. Ayudo en la ardua tarea de estudiar los recursos pesqueros para tratar de que su gestión sea sostenible. Trabajo que en muchas ocasiones ha sido y es bajo la tutela de grandes investigadoras como Victoria Ortiz, Ana Giráldez, Ana Ramos, Begoña Villamor o Isabel Riveiro, entre otras.

Puedo decir que tengo la suerte de trabajar en lo que me gusta y que no hay nada mejor en un madrugón que asomar la nariz en cubierta recién levantada y que te salte justo al lado un listado dándote los buenos días.

“Si lo puedes imaginar, lo puedes lograr” (Albert Einstein).

 

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