Covadonga Orejas, ecóloga marina

Todo el mundo me conoce por Cova, soy madrileña y ecóloga marina. Trabajo en el Instituto Español de Oceanografía desde hace nueve años y mis investigaciones se centran en los animales que viven en los fondos marinos como los corales y las gorgonias

Los misterios del océano profundo y cómo los desentrañamos

19.octubre.2018

Lo prometido es deuda y en mi última entrada prometí que la próxima tendría como centro el método.

Habéis visto las imágenes de los “árboles-animales” marinos de las entradas anteriores, ¿verdad? ¿Y no os habéis preguntado cómo hemos conseguido esas fotografías espectaculares, con una definición increíble, bien enfocadas e iluminadas? Pensad que la foto del coral negro de la segunda entrada está a unos 1000 metros de profundidad. Hoy por hoy no hay buceadora ni buceador -por muy Superwoman o Superman que sea- que pueda bucear a tales profundidades y hacer una foto como si tal cosa.

Bien, desvelo el misterio. El secreto de buena parte de nuestras investigaciones es la tecnología. Siempre digo que me siento afortunada, como investigadora de las zonas profundas de los océanos, de haber podido investigar en esta época de desarrollo espectacular de la tecnología para trabajar a grandes profundidades.

Hay que pensar que no hace tanto tiempo que sabemos cómo son los fondos marinos. De hecho, a inicios del siglo XX todavía era impensable poder “ver” el fondo de los océanos. Los investigadores de esos tiempos y de los anteriores ya exploraban los grandes fondos, pero no les quedaba más remedio que, a partir de las muestras que conseguían con dragas y otros aparatos de muestreo mecánicos, intentar reconstruir e imaginar los paisajes submarinos. Para muestra un botón, mirad la figura que he incluido. Es de un tesoro bibliográfico de los estudios de las grandes profundidades escrito por el gran investigador francés Le Danois y que consiguió ofrecer esta imagen ideal de un banco submarino en el Mar Cantábrico: el Banco de Le Danois.

Imagen del libro de Le Danois publicado en 1948 titulado “Les profondeurs de la mer”

Para que os hagáis una idea de desde cuándo podemos ver imágenes de los fondos marinos, pensad que la primera foto submarina a color en zonas poco profundas la realizó el Dr. William Longley, un fotógrafo de National Geographic, en el año 1926. El afortunado modelo fue un pez perteneciente a la familia de los lábridos, primo de los peces que según me sopla mi compañera Olga (otra investigadora de los océanos) aquí se conocen como tordos.

Los trabajos en las zonas profundas llegaron mucho más tarde (en torno a los años 70) y es que no es fácil contar con cámaras de fotografía y video y sus correspondientes contenedores que puedan soportar la presión que se experimenta a cientos y a miles de metros de profundidad y tampoco contar con los vehículos que hagan viajar a esas cámaras a estas grandes profundidades. Estos vehículos pueden ser, entre otros, cámaras de vídeo o fotográficas que son arrastradas desde una embarcación; los llamados ROVs, que son vehículos operados remotamente desde embarcaciones y a los cuales se puede teledirigir (un poco como los coches teledirigidos con los que los niños de muchas generaciones jugaban y juegan aún) o, entre los más sofisticados hoy en día; los sumergibles tripulados. Estos tienen la ventaja de ser autónomos y permiten que el piloto decida el rumbo a seguir. Submarinos tripulados los hay de muchos tamaños y características -como los coches- y permiten por ello acceder a mayores o menores profundidades. Os dejo una imagen de una cámara, un ROV y un submarino para que podáis haceros una idea de que aspecto tienen los tres.

A la izquierda una cámara de video submarina (es el cilindro negro que se ve en el centro de la foto), en el centro una imagen de un robot submarino (ROV) a punto de sumergirse, a la derecha el submarino tripulado JAGO en el cual he tenido la oportunidad de sumergirme… en otra entrada os cuento.

Y para terminar esta entrada, ¿cómo trabajamos con estos métodos? ¿Qué ventajas tienen frente a dragas o redes de muestreo? Os cuento brevemente: los métodos que aquí he presentado son llamados no invasivos. ¿Por qué? Pues porque de manera discreta con estos aparatos sobrevolamos los bosques sumergidos sin tener que “talar” los árboles para estudiarlos. Con las imágenes podemos aprender mucho sobre la diversidad de estos ecosistemas, sobre los tamaños de los organismos, las asociaciones entre especies, … Y además podemos, gracias a que muchos ROVs y submarinos cuentan con manipuladores articulados, coger muestras específicas de algunos especímenes para realizar estudios concretos, pero sin destruir la comunidad. Y de nuevo estas últimas frases me dan pie a preparar mi próxima entrada en la que os contaré con más detalle las posibilidades infinitas del trabajo con imágenes.

¡Hasta pronto!

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