
Lola Garabana y la reproducción de los peces
Los recuerdos del mar en mi infancia son los paseos en bote con mi padre por la ría de Ares todos los veranos. Creo que mi vocación por el mar la heredé de él que me enseñó a querer y, sobre todo, a respetar el mar.
No recuerdo en qué momento comencé a desear estar en mar abierto. Lo que sí recuerdo y nunca olvidaré es la primera vez que estuve allí, donde todo es azul. Solo cielo y mar.
Fue en 1992, cuando me embarqué con el IEO como observadora en buques pesqueros. Hacía muestreos biológicos de las principales especies de las capturas, tomaba datos de los descartes,… Y así pasé varios años aprendiendo la vida en la pesca de altura y navegando el Atlántico de norte a sur. Comencé en Terranova, estudiando el bacalao y el fletán, continué buscando nuevos caladeros a lo largo de la costa africana, desde Canarias hasta Ciudad del Cabo, y terminé en las Malvinas, aguas de gran riqueza pesquera.

Lola Garabana en su época de observadora pesquera
Tuve la oportunidad de conocer bien el mundo de la pesca antes de trabajar como científica en el IEO. Ahora me dedico al estudio del potencial reproductivo de peces. Estudiamos principalmente las hembras, ya que de su experiencia y buena condición depende en gran medida el éxito reproductivo. Las hembras adultas que se han reproducido varias veces son fundamentales para asegurar reclutamientos abundantes.
En el IEO trabajamos en equipo con laboratorios de otros países europeos coordinándonos para el estudio de los stocks ya que los peces no saben de fronteras. Nos centramos principalmente en las especies explotadas por nuestra flota, aportando parámetros reproductivos para una evaluación y gestión sostenibles, de manera que la pesca siga siendo fuente de riqueza.
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