
Eva Hernández: «Mi destino… el mar»
Creo que siempre he estado vinculada al mar de algún modo. Cuando era pequeña pasaba las vacaciones de verano en Las Galletas (Sur de Tenerife) y por cuestiones de salud, mi médico me recomendaba nadar a diario. Me levantaba todos los días con mi padre a las 7 de la mañana y siempre nos quedábamos unos minutos contemplando lo espectacular del paisaje con marea baja. ¡Me encantaba!
Pasados unos años me planteé iniciar estudios que estuvieran relacionados de algún modo con el mar, y así fue. En 1992 solicité plaza en la Facultad de Ciencias del Mar en Las Palmas de Gran Canaria. Inicié el primer curso, pero por motivos ajenos a mí tuve que abandonar la carrera y ya no volví a retomarla. Me quedé con una ‘espina clavada’ que no pude sacar hasta el año siguiente que entré a un módulo de ciclo superior, donde finalizaba como técnico especialista en Salud Ambiental. Me había informado y trataba diferentes aspectos relacionados con la protección del medio ambiente, algo que siempre ha estado muy presente en mi vida. En el segundo año del módulo debía realizar prácticas en alguna empresa relacionada, y me decidí por el ‘Oceanográfico’ (Centro Oceanográfico de Canarias del IEO).
Una vez allí inicié mis prácticas en el Laboratorio de Química con D. José Escánez Escánez, excelente maestro y mejor persona. Al finalizar mis prácticas en 1995, poco antes de acabar el curso, salió una convocatoria de becas para el Departamento de Biología Pesquera. Presenté los papeles y ¡con tan buena suerte que me llamaron! Empecé a trabajar como becaria con Dña. Mª Teresa García Santamaría, mi ‘guía’ a partir de entonces, y a la que estaré siempre agradecida por haberme permitido trabajar en sus líneas de investigación durante muchos años.
Uno de los campos que descubrí con ella fue el del crecimiento de peces pequeños pelágicos como la sardina. No siendo bióloga, me parecía increíble que con una simple estructura tan pequeña de la cabeza del pez (foto 1) pudiéramos conocer la edad de esta especie. También colaboré en algunas tareas de crecimiento relacionadas con los cefalópodos (pulpo principalmente), realizando el montaje de otra estructura dura (foto 2): inclusión en resina, corte, pulido y lectura en la lupa para determinar su edad. Éste fue otro gran descubrimiento para mí, sobre todo porque en ambos casos ello me permitía conocer el estado del recurso y ser más consciente de las medidas a tomar para protegerlo.

Foto 1. Otolitos de Sardina pilchardus (incluidos en resina)

Foto 2. Pico de Octopus vulgaris (mandíbula superior e inferior)
Tras mi beca, obtuve uno de los primeros contratos laborales que ofertaba el IEO de Canarias en 2001, y estuve trabajando como técnica en diferentes campos, principalmente con los cefalópodos y sus recursos (foto 3).

Foto 3. Muestreo de Sepia officinalis
Posteriormente enlacé con uno de los primeros contratos para el Plan Nacional de Datos Básicos (2003), un programa nacional de recopilación y gestión de datos necesarios para el funcionamiento de la Política Pesquera Común. Aquí trabajé, principalmente, realizando muestreos biológicos de especies de pequeños pelágicos (sardinas, caballas, machuelos, y alachas), como también de cefalópodos (pulpo, choco, y calamar). Pero además colaboré en diferentes grupos de trabajo, participé en campañas de arrastre, preparé datos estadísticos pesqueros, colaboré en la formación de alumnos en prácticas, etc.
Paralelamente, y como curiosidad, llegué hacer también muestreos de calamar gigante (localizados en el sur de Tenerife), y me impresionaba mucho ver el tamaño que podían llegar alcanzar. En algún caso hasta cerca de los cinco metros.
Toda esta variedad de cometidos me hizo ver que quería continuar vinculada al ‘Océano’, por ello decidí presentarme a las oposiciones de Ayudante de Investigación (2006) y finalmente opté por promoción interna a una plaza como Técnico de Grado Medio (2010) hasta la fecha.
Después de trabajar durante varios años en diferentes áreas, curiosamente me vi ‘embarcada’ en un proyecto totalmente diferente (2016) sobre las pesquerías artesanales de Canarias, que a su vez contempla una red de información y muestreo por todas las islas. ¡Qué mejor trabajo para una canaria! Bueno, pues las cosas del destino… estar en este proyecto me ha permitido conocer muchos aspectos de la biología de nuestras especies, así como descubrir determinados aspectos de la vida de los pescadores que desconocía hasta la fecha. Personas que han nacido para la pesca o que viven de ella; por este motivo nuestra tarea aquí ha sido esencial. Mediante la información que hemos obtenido sobre la biología de las especies capturadas, hemos tratado de aconsejarles sobre cómo cuidar su recurso y así garantizar su futuro. Tarea nada fácil, pero que ha sido nuestro día a día, y he estado encantada de poder hacerlo, porque es nuestra gente y nuestro mar, y tenemos el deber de cuidarlo : )
Lo mejor de todo esto es que a día de hoy siento que he estado haciendo algo por nuestro futuro, y eso me reconforta. Por eso, si algún niño o niña me preguntara qué podría hacer de mayor le diría: haz lo que tú quieras, lo que sientas, pero si tienes dónde elegir trabaja en algo que te permita proteger el medio en el que vives, porque será lo que tengas en un futuro.

De campaña
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