
Conxi Rodríguez y las macroalgas
Mi generación creció bajo la influencia de los documentales del comandante Jacques-Yves Cousteau y de Félix Rodríguez de la Fuente. Las imágenes que nos llegaban gracias a estos pioneros eran tan impactantes en aquella época que motivaron muchas vocaciones. Bajo esa influencia, yo tuve claro desde pequeña que quería dedicarme a la biología. No fue sin embargo hasta segundo curso de carrera cuando descubrí las algas marinas. Me refiero a las algas macroscópicas, no al fitoplancton. Me atrajeron irresistiblemente desde el primer momento, a pesar de que estaba horrorizada por no haberme fijado antes en ellas, teniendo en cuenta que yo vivía al lado del mar. Después he descubierto que la mayoría de los submarinistas nunca les hacen ni caso. Es como la gente que va al Serengheti. Habitualmente se fija en los leones, las cebras o los ñus, pero no en las plantas que configuran el paisaje. Lo mismo pasa en el mar. Exceptuando algunas notables excepciones, las macroalgas pasan desapercibidas. Pero cuando empiezas a mirarlas (¡porque están ahí¡), descubres un mundo de formas y colores irresistible. Te das cuenta que desde la superficie hasta la profundidad donde llega una intensidad de luz suficiente para permitir la vida fotosintética (unos 110 m en el Mediterráneo), son importantísimas en la estructura del paisaje y que, entre otras muchas cosas, forman bosques, maquias y prados (en miniatura en el Mediterráneo), y alimentan y dan refugio a los animales. Y a medida que las estudias comprendes que son aún unas grandes desconocidas, puesto que quedan montones de especies por describir y que de muchas de ellas casi no se conoce nada.

Concepción durante una salida de campo con sus alumnos
¿Cómo pude dedicarme a la investigación? Cuando acabé la carrera me parecía imposible y ni contemplaba la posibilidad de hacerlo. Empecé ganándome la vida como profesora de matemáticas de secundaria. Pero me gustaban las macroalgas y decidí ir haciendo la tesis doctoral en mi tiempo libre, a pesar de que acababa trabajando más de 50 horas a la semana. Cuando terminé la tesis tuve suerte y salió una plaza de Profesora Ayudante en la Universidad de Girona, y fue para mí.
Entonces el Dr. Enric Ballesteros (Centro de Estudios Avanzados de Blanes, Consejo Superior de Investigaciones Científicas), me dio la oportunidad de trabajar en temas de ecología marina con su equipo. Lo hice durante cinco años y fue una gran experiencia. En este periodo aprendí muchísimas cosas sobre el método científico y adquirí también muchos conocimientos de biología, ecología y ecofisiología. Participé también en numerosas campañas de investigación en las costas de Baleares, me aficioné a las inmersiones profundas y me quedó claro que lo que quería hacer era especializarme en taxonomía de algas rojas de profundidad (¡mi gran pasión¡). Así, después de los años en el Centro de Estudios Avanzados de Blanes, durante los cuales concursé y me saqué una plaza de Profesora Titular de Universidad, se crearon los grupos de investigación de la Universidad de Girona y, entre ellos, el de Algas Bentónicas Marinas (¡el nuestro!). Y comenzó una época genial, en la que me especialicé en los procesos de postfertilización de las algas rojas, que son la base de la taxonomía de estos organismos.

A bordo del buque Francisco de Paula Navarro en Canal de Menorca
Miles de horas al microscopio, miles de fotografías (¡mi ordenador tiene 1 TB de memoria lleno!) y miles de horas interpretando los resultados. ¡Miles de horas fantásticas! Sobretodo porque un gran ficólogo (el Dr. Max H. Hommersand, Universidad de North Carolina) me acompañó y guió en esta aventura, enseñándome gran parte de lo que sé actualmente. ¡Gracias INTERNET por permitirlo! De hecho, Max aún me enseña, porque la gracia de nuestro trabajo es que cada día aprendemos cosas nuevas.
La investigación taxonómica a menudo la he combinado con temas de ecología y ecofisiología. Hace unos años que mi equipo colabora con el Instituto Español de Oceanografía de Baleares. Con sus investigadores hemos realizado también varias campañas oceanográficas para conocer los fondos detríticos profundos de Baleares. Son fondos muy poco explorados a pesar de que el hombre viene explotándolos intensamente desde hace mucho tiempo y queda aún muchísimo por conocer: nuevas comunidades, el funcionamiento de las mismas, el estado de conservación, qué hacer para preservarlas, etc. Aparte, claro, de las numerosas macroalgas que viven en esos fondos y que aún no han sido ni descubiertas.
El conocimiento es siempre placentero y trabajando en cualquier campo de la ciencia se puede disfrutar enormemente. En mi caso, ya tengo una cierta edad y quiero centrarme sólo en lo que más me gusta (la taxonomía). Me quedan cientos de taxones interesantes por estudiar y no mucho tiempo. No acabaré nunca, naturalmente, pero no tiene importancia. Otros me seguirán, como yo sigo a los que iban delante de mí. Pero doy gracias siempre por haber podido trabajar como bióloga marina. Este trabajo te da la oportunidad de viajar a lugares fantásticos, de estar cerca del mar, de conocer personas extraordinarias con las que compartes la vida, de aprender y sobre todo de conocer la vida y el mundo en el que vivimos. ¡Vale la pena luchar por conseguir aquello que deseas!
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