
Camino García Ramos, buscando el mar desde el interior
Cuando me preguntan “¿y por qué decidiste estudiar biología marina?” mi respuesta no es la típica de “desde siempre quise serlo”, sino que llegar a aquí ha sido el resultado de una suma de cosas que han ido perfilando lo que quería ser. Así que empiezo por el principio.
Desde pequeña siempre me han encantado los animales y siempre he vivido rodeada de ellos, por eso siempre había tenido claro que mi trabajo tenía que relacionarse con ellos. Mi objetivo había sido siempre ser veterinaria, aunque supongo que eso que todos llaman “el destino”, quiso que acabase estudiando biología, dónde adquirí un punto de vista mucho más amplio del “cuidar de los animales”. Pero claro, una chica del interior que siempre ha soñado con vivir cerca del mar, ¿cómo iba a estudiar en una ciudad que no lo tuviera? Así que, aun sin mucha aprobación en casa, maleta bajo el brazo y muchas ganas e ilusión para allí me fui.
Después de mucho estudiar, ver el mar cada día durante unos años y saber que al acabar la carrera volvería a perder de vista el mar, todo encajó: “Quiero estudiar y trabajar con los animales que viven en el mar”. Y después de mucho esfuerzo y trabajo aquí estoy buceando y estudiando lo que me gusta. Estoy acabando de hacer el Máster de Biología Marina en el que, a falta de estudiarlos en clase, y como dicen “ande o no ande, la burra grande” me enamoré de los mamíferos marinos, sobre todo de los cetáceos que son unos “superanimalotes muy cuquis”.
Aquí llegamos al día de hoy, dónde el IEO me dio la oportunidad de hacer mi trabajo de fin de máster sobre ello. Además, en una parte de mis prácticas, pude hacer algo que creía muy lejos, ¡embarcarme en una campaña! Eso supone poder trabajar de verdad y ver en persona cosas que solo he podido ver en fotos en libros o internet y aprender un montón de cosas más.
Ahora la pregunta de la gente es: “¿cómo es una campaña?” Pues esta campaña no ha tenido nada que ver con los cetáceos, así que el primer día estaba perdidísima. No sabía cómo se hacía nada, ni conocía casi ningún “bichito” de los que miraba. Y pensé “¡qué desastre!”. Encima lejos de cualquier costa, en medio del mar. Pero con los días y la gente que había abordo aprendí a diferenciar a esos animales pequeños que viven en el fondo del mar y resulta que los hay que son “muy monos”. Además aunque se trabaja mucho y el meneíto del barco cansa bastante, lo pase genial. Aprendí un montón de cosas y pasé muy buenos ratos con la demás gente que ha estado en la campaña. Eso sí, en el tiempo que he dedicado a buscar cetáceos desde la cubierta del barco, no he visto ninguno. Pero como la ilusión es lo último que se pierde, seguiré buscándolos.
Además en la campaña, aparte de aprender, también cogí muchas más ganas de seguir estudiando y de dedicarme a la biología marina. Así que espero que este sea el principio de mi historia en esto y que haya un continuará.
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