
Belén Rubio: 30 años de sedimentología en las rías… ¡y más allá!
Cuando una intenta hacer una reflexión sobre su trayectoria se da cuenta que ha dedicado toda una vida a un tema apasionante como las ciencias del mar. Mi historia ya empieza desde niña, con una clara vocación científica, y que me lleva a interesarme por los procesos que ocurren en la naturaleza y estudiar la carrera de Biología. Pero no es hasta el año 1991, con mi incorporación a la Universidade de Vigo, cuando comienza mi carrera como investigadora postdoctoral en el entonces Departamento de Recursos Naturales y Medio Ambiente, hoy departamento de Geociencias Marinas y Ordenación del Territorio. Empezamos haciendo nuestras “campañas oceanográficas” en los barcos bateeiros, pues apenas teníamos ni herramientas ni infraestructuras. Posteriormente me integro en mi grupo de investigación actual, el de Geología Marina y Ambiental (GEOMA) y comienzo a descubrir, que los sedimentos marinos son como un gran banco de datos que encierran toda una historia que contar y nos desvelan información sobre épocas pasadas de nuestro planeta, una historia viva y cambiante. Comienzo con temas como el registro de la contaminación por metales en los sedimentos de las rías, descubriendo que nos han guardado la huella desde cuando se instaló el aeropuerto, Stellantis (antes Citröen) o Pontesa en las inmediaciones de la ría de Vigo o ENCE y otras empresas, en la de Pontevedra.

Fig. 1. En esta imagen podéis verme a la izquierda con las manos en “la masa” a bordo de una campaña en el Mytilus, recogiendo un testigo de caja, y a la derecha con un testificador por vibración.
Descubro así la biogeoquímica marina y que los procesos de diagénesis temprana o transformación del sedimento interrelacionan microorganismos, flujos de elementos, neoformación de minerales,…todo un mundo que observar desde la escala microscópica a la gran escala global.
Fuimos evolucionando y llegamos a armar nuestra propia embarcación, la INNDAGA. El nombre viene de INNovación en la adquisición de Datos GeoAmbientales, ¿mola, verdad?. Con la INNDAGA fuimos autónomos para tomar nuestros propios datos y muestras en las rías, analizando aspectos en tiempo real, como el caso de los dragados en los puertos. Y la fuimos montando poco a poco con equipos que nos permiten hacer mapas batimétricos, estudiar el fondo y subfondo marino y tomar muestras de sedimento, y columna de agua.

Fig. 2. Aquí os presento a INNDAGA y a todo el GEOMA. La clave del éxito en ciencias del mar es el trabajo colaborativo, el mérito es siempre colectivo.
Pero seguimos profundizando, nunca mejor dicho, y en el grupo nos vamos hacia zonas marinas profundas, donde pudimos estudiar los fondos a más de 2000-3000 metros de profundidad, a más de 200 kilómetros de la costa gallega, en el margen continental de Galicia, y en la zona de hundimiento del buque Prestige. Hicimos muchas campañas oceanográficas, a bordo del Hespérides, del Poseidon, del Sarmiento de Gamboa, etc. La parte más dura para mi era dejar a mis hijos durante tantos días, pero aún recuerdo la cara de alegría y satisfacción de mis hijos Martín y Victoria, que me estaban esperando a mi regreso al puerto de Leiçoes de una campaña del Hespérides. Ellos siempre han respetado y admirado mi trabajo y creo que me ha permitido inculcarles que el éxito se consigue con esfuerzo.
En esas campañas oceanográficas utilizamos herramientas de geofísica, como los métodos sísmicos, donde obtenemos una especie de “radiografía” del subsuelo. Así podemos analizar como están dispuestos los sedimentos y también las estructuras tectónicas. Con la ecosonda hacemos mapas de la topografía del fondo, como si estuviéramos viéndolo sin la columna de agua, donde podemos observar altos estructurales, escarpes, canales, fallas, e incluso ripples; sí, esas “ondulitas” que vemos habitualmente en las playas, pero a más de 2km de profundidad, que nos indican elevadas velocidades de corriente. También utilizamos un ROV (remotelly operated vehicle) en las campañas, por ejemplo, cuando exploramos el Gran Burato, una gran depresión producida por un escape de gas, de casi 4 kilómetros de diámetro y casi 400 m de profundidad. Y recogimos muchísimos testigos que estudiamos centímetro a centímetro en el laboratorio y que nos permitieron hacer interpretaciones del clima de los últimos 170.000 años que nos ayudan a conocer mejor los posibles efectos del cambio climático actual.

Fig. 3. Algunas imágenes del trabajo a bordo en la campaña a bordo del Poseidon en 2008, anotando un testigo a la izquierda y midiendo la susceptibilidad magnética a la derecha.
A raíz del accidente del Prestige en noviembre del 2002 y años posteriores estudiamos las playas de Nemiña y O Rostro, entre otras, buscando el fuel que se había quedado enterrado, a veces a varios metros de profundidad. En la figura una imagen de una grabación de un documental en una de las playas. En este momento nunca hubiera pensado que esta faceta tan mediática iba a ser algo habitual en mis últimos 9 años, primero como decana de la Facultad de Ciencias del Mar durante 5 años y ahora en los últimos 4 años como vicerrectora de Investigación. De hecho, un colega que conocí en una estancia en la Universidad de Reading, con el que no tenía contacto desde hace muchos años, me dijo : “te busqué en internet y veo que eres famosa, siempre apareces con un micrófono delante”. Y ahí estoy ahora, gestionando toda la investigación de la Universidade de Vigo, donde me hace sentir muy orgullosa resaltar que el Centro de Investigaciones Marinas de la UVIGO es un referente a nivel nacional e internacional.

Fig. 4. Entrevista en la playa de O Rostro tras un día de trabajo.
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