
Shirley W. Jeffrey: La dama de las clorofilas
[por Francisco Rodríguez / @Lilestak]
Shirley Winifred Jeffrey fue una prestigiosa investigadora en el campo de las microalgas, pionera en el desarrollo de métodos químicos para estudiar los pigmentos y usarlos para conocer la abundancia y composición del fitoplancton marino, contribuyendo al uso generalizado de la clorofila en oceanografía.
Quienes trabajaron con ella destacan su ansia de conocimiento, creatividad y una búsqueda de la excelencia en su trabajo y el de sus colaboradores, con un rigor y meticulosidad máximos en cada investigación que tuviesen entre manos. Tan dura y exigente era con el trabajo como empática y humilde a nivel personal.

Una joven Shirley W. Jeffrey. Fuente: Wright y col. (2015)
Shirley nació en 1930 en Townsville, Australia.
En 1954 realizó una Maestría en Bioquímica sobre el metabolismo del esperma de ostra con George Humphrey como supervisor.
En 1958 se doctoró en Farmacología Bioquímica en el “King’s College Hospital Medical School” (Universidad de Londres), trabajando en los problemas asociados al uso de aspirina en el tratamiento de diabetes.
Aquel año volvió a Australia para trabajar de nuevo con G. Humphrey, por aquel entonces jefe de la División de Pesquerías y Oceanografía de la “Commonwealth Scientific and Industrial Research Organisation (CSIRO)”.
Se trataba de resolver el misterio siguiente: a finales de los 50′ se conocían dos formas de clorofilas: “a” y “b”. Pero algunos científicos sugerían la existencia de una tercera clorofila -en algas marinas- aunque nadie había conseguido aislarla y sólo había conjeturas acerca de su naturaleza.
Shirley lo resolvió publicando en 1962 en Nature el método para la purificación y cristalización de la nueva clorofila c en el alga parda Sargassum flavicans.

Cromatograma con las 3 etapas de purificación de la clorofila c (rayas diagonales) para librarla de lípidos contaminantes (círculos negros y blancos en las fracciones 1 y 2). Fuente: Jeffrey (1963).
Aquellos cristales rojo-oscuro de clorofila c que aisló correspondían en realidad a dos pigmentos muy parecidos, designados luego como clorofilas c1 y c2, que ella misma aisló y describió en trabajos posteriores. Como curiosidad, en su boda con Andy Heron (zoólogo), éste le regaló un anillo con una esmeralda que lucía el mismo color que una disolución pura de clorofila c.
Tras aquel descubrimiento Shirley fue invitada a la primera reunión del “Scientific Committee on Oceanographic Research (SCOR)” de UNESCO en París, del cual salió el método tricromático de espectrofotometría para determinar clorofilas a, b y c en extractos de pigmentos de fitoplancton (UNESCO, 1966).
Gracias al desarrollo de dicho método y a los de fluorometría, la clorofila se convirtió en una variable fundamental en estudios de oceanografía y ecología marina. Años después ella misma publicaría una corrección a dichas ecuaciones tricromáticas (Jeffrey y Humphrey 1975), un clásico de la literatura relacionada con el fitoplancton.

Wright y col. (2015)
También descubrió a finales de los 60′ que las zooxantelas (microalgas simbiontes de los corales), tenían pigmentos idénticos a los dinoflagelados libres del plancton, con el carotenoide peridinina como principal compuesto accesorio. Y caracterizó por primera vez los pigmentos de la haptofita Emiliania huxleyi, responsable de proliferaciones masivas en el océano.
Asimismo, Shirley fue la primera en detectar grandes cantidades de clorofila b en muestras del giro oceánico del Pacífico Norte, que hoy sabemos corresponden en su mayoría a la cianobacteria Prochlorococcus marinus, el organismo fotosintético más abundante del planeta (descrito por otra mujer: S.W. Chisholm y col., en 1992).
Los pigmentos eran una herramienta quimio-taxonómica muy útil ya que solo existían técnicas de microscopía para la identificación y contaje del fitoplancton.
En los años 70’ Shirley inició una pequeña colección de cultivos en el CSIRO que con el tiempo creció hasta convertirse en la “Australian National Algae Culture Collection (ANACC)”, de referencia mundial.
Durante la década de los 80′ describió nuevos pigmentos como la clorofila c3 en Emiliania huxleyi, y detectó otras formas de clorofilas c descritas formalmente a finales del s.XX por quienes ella llamaba sus “spanish colleagues” (J.L. Garrido y M. Zapata, del IIM-CSIC y CIMA-Xunta de Galicia). Quien escribe estas líneas hizo su doctorado con M. Zapata y os aseguro que la carga de admiración con la que citaba a Shirley es algo que no he vuelto a encontrarme en ningún sitio.
Era todo un carácter. Gustaaf Hallegraeff llegó a finales de los 70′ como postdoc a su laboratorio, y recuerda cuando Shirley le dio con una guía de teléfonos en la cabeza tras discutir la identificación de una microalga de su colección!! Él insiste en que tenía razón, pero el librazo se lo llevó igual…jajaja
Shirley fue jefa de la División de Pesquerías del CSIRO entre 1981-84, impulsando proyectos que contribuyeron en gran medida al avance de los estudios de microalgas aplicadas a la acuicultura en Australia. En reconocimiento le dedicaron la especie Navicula jeffreyae, empleada como alimento para orejas de mar.

CSIRO Marine Laboratories (Hobart, Australia). Fuente: CSIRO
Pero sin duda, una de sus obras más importantes fue la monografía «Phytoplankton pigments in oceanography» (Jeffrey y col. 1997) publicada por SCOR-UNESCO, conocida como “Pigment Bible” a nivel coloquial. En 2011 se publicó un segundo volumen (Roy y col. 2011) en el que también participó asesorando sobre los colaboradores y como revisora.
Su carrera fue larga y productiva. La influencia de sus contribuciones, sobre todo en la caracterización de pigmentos, su análisis y aplicación al estudio del fitoplancton (primero mediante TLC y luego con HPLC a partir de los 80′), le valieron el reconocimiento por parte de la comunidad científica y de la sociedad.
Por citar varios ejemplos, en 1993 recibió la Orden de Australia (establecida en 1975 por la reina Isabel II para reconocer a ciudadanos australianos y de otros países por sus logros o servicios meritorios).
En el 2000 recibió la Medalla “Gilbert Morgan Smith” de la Academia de Ciencias de EEUU (primera persona no estadounidense en recibirla) que reconoce a figuras de excelencia en el campo de las algas marinas y de agua dulce. Y en 2001 fue nombrada miembro asociado extranjero de dicha Academia.
Shirley era un modelo a seguir para las nuevas generaciones de investigadoras por sus logros científicos en una época en la que la discriminación hacia las mujeres era moneda de uso común. Parémonos un poco en esto.
Ella comentó que nunca se sintió marginada, pero en un artículo biográfico (Wright y col. 2015), consideran que minimizó el asunto. Sin ir más lejos, Shirley firmaba sus trabajos como “S.W. Jeffrey” y estas eran sus razones: “Cuando comencé a publicar mi trabajo como joven científica era una convención que las mujeres usaran sus nombres completos para que su sexo fuese explícito. Pensé: ‘¿Por qué el sexo debería entrar en esto?’, así que siempre usé mis iniciales. ¡Y pasó mucho tiempo antes de que la gente descubriera que yo no era un hombre!”. [Trad. de Wright y col. 2015].

Shirley W. Jeffrey. Fuente: Wright y col. (2015)
La primera vez que visitó Inglaterra, el investigador con el que iba a reunirse rechazó hablar con ella cuando se dio cuenta de que S.W. Jeffrey era en realidad la chica del impermeable rojo.
En el mismo artículo biográfico incluyen una reflexión sobre la influencia de los prejuicios sexistas en la propia Shirley: “Era hija de su tiempo e inconscientemente dividía el mundo en aquellas cosas que podían hacer los hombres o las mujeres. Esto suponía una fuente continua de frustración para sus colaboradoras, y también la limitaba a ella misma.” [Trad. de Wright y col. 2015]
En el año 2000 Shirley se encontraba todavía en el CSIRO (Hobart, Tasmania). Se había jubilado a los 65 pero no se lo comunicó a nadie y nunca se consideró como tal. Continuó acudiendo regularmente al laboratorio, inmersa en la investigación de toda su vida sobre pigmentos.
Aquel año se organizó en Hobart la “IX Conferencia Internacional sobre Fitoplancton Tóxico” y allí fue donde coincidí con ella por primera vez. Después de una estancia de un mes en el CSIRO le regalamos esta foto enmarcada de un anochecer en la ría de Arousa, desde nuestro laboratorio de pigmentos en el CIMA.

Autor: F. Rodríguez
La segunda y última ocasión que coincidimos fue en 2006 en la IAEA en Mónaco, durante las jornadas para la preparación del segundo volumen del libro de pigmentos del fitoplancton.
Los recuerdos que guardo de ella son, sobre todo, su sonrisa y trato encantador. Su voz y aspecto físico parecían frágiles, pero aquella «entrañable abuelita» que conocí en Hobart todavía jugaba al tenis y era una consumada violinista.
Se trataba sin duda de una persona polifacética, genial y apasionada por su trabajo. El legado que dejó a quienes trabajaron con ella, según Wright y col. (2015; S.W. Wright, un señor en este caso y estrecho colaborador), es la mejor despedida:
“En primer lugar estaría su compromiso con la precisión, que ella llamaba “la pureza de la literatura científica”. En segundo lugar, nuestra escritura debe “leerse como una sinfonía”, lo que significa que debe ser equilibrada, elegante y coherente. En tercer lugar, debemos «pensar en el lector del tercer mundo», lo que significa que debemos usar un texto claro y simple para lectores con inglés como segundo idioma. Pero, de manera más general, el vocabulario y la estructura del texto deben hacer que la información sea fácilmente accesible. Finalmente, deberíamos ver la belleza en la vida”.
Epílogo: en sus últimos años, debilitada por un cáncer, sus colegas con Hallegraeff al frente (¡el del libro en la cabeza!), le dedicaron un tributo de 2 páginas en la revista Phycologia con la excusa del 50 aniversario de sus clorofilas c. Estaban inquietos por su reacción ya que sabían cómo se las gastaba Shirley; nada era suficientemente bueno. Así que organizaron una cena por su cumpleaños y después, ya en los cafés, le regalaron la revista. Esto fue lo que pasó:
“She opened it, went quiet, pulled out her glasses, and read the full two pages, while our coffees were getting cold. Still, she did not say anything. Was she going to get angry, perhaps hit me again because she found mistakes. Then she started to read sections aloud, and share with us the stories in between the lines. I could see the tears welling in her eyes. For once, we got it right. The Lady approved.” [Hallegraeff y col. 2012].
Bibliografía:
-Chisholm SW y col. Prochlorococcus marinus nov. gen. nov. sp.: an oxyphototrophic marine prokaryote containing divinyl chlorophyll a and b. Archives of Microbiology 157: 297-300 (1992).
-Hallegraeff G. Dr Shirley Jeffrey (1930-2014). Libertas 24(2):6-7 (2014)
-Hallegraeff G y col. Tribute to Shirley Jeffrey: 50 years of research on chlorophyll c. Phycologia 51:123-125 (2012).
-Jeffrey SW. Purification of chlorophyll c from Sargassum flavicans. Nature 194: 600. Nature (1962).
-Jeffrey SW. Purification and Properties of Chlorophyll c from Sargassum flavicans. Biochem. J. 86:313-318 (1963).
-Jeffrey SW y Humphrey GF. New spectrophotometric equations for determining chlorophylls a, b, c1 and c2 in higher plants, algae and natural phytoplankton. Biochemie und Physiologie der Pflanzen 167: 191–194 (1975).
-Jeffrey SW, Mantoura RFC, Wright SW [Eds]. Phytoplankton pigments in oceanography: guidelines to modern methods. Monographs on Oceanographic Methodology no. 10, 661 pp. UNESCO Publishing, Paris (1997).
-Roy S, Llewellyn C, Egeland ES y Johnsen G [Eds]. Phytoplankton pigments: characterization, chemotaxonomy and applications in oceanography. Cambridge University Press, 784 pp. (2011).
-UNESCO. Monographs on oceanographic methodology. 1. Determination of photosynthetic pigments in sea-water. Paris: UNESCO Publishing (1966).
-Wright SW, Hallegraeff G, Mantoura RFC. Biographical Memoirs (S.W. Jeffrey). National Academy of Sciences 18 pp (2015). www.nasonline.org/memoirs
Sobre el autor

Francisco Rodríguez Hernández es investigador del Centro Oceanográfico de Vigo del IEO y un apasionado de las microalgas y la divulgación. No os perdáis otras historias de Fran en su blog Fitopasión
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