
Selma Huxley en busca de la ‘Terra nova’
Cuentan sus hijas Oriana y Serena Barkham que Selma no cejó hasta averiguar por qué los vascos habían estado en Canadá.
La interesante historia de Selma Huxley Barkham, historiadora y geógrafa de prestigio internacional en los campos de la historia marítima de Canadá y del País Vasco.
Selma nació en Inglaterra el 8 de marzo de 1927 en el seno de una familia de intelectuales y científicos. Su padre fue Michael Huxley, diplomático y fundador-editor de la revista Geographical y primo del biólogo Sir Julian Huxley (primer Director General de la UNESCO) y nieto del eminente científico inglés Thomas Henry Huxley, conocido como el «Bulldog de Darwin» por su defensa de la teoría de la evolución de Charles Darwin. Su madre, Ottilie de Lotbinière Mills, era nieta del político y conservacionista canadiense Sir Henri-Gustave Joly de Lotbinière.
Durante la Segunda Guerra Mundial pasó su adolescencia en Inglaterra y Estados Unidos y, al finalizar la guerra, estudió en las universidades de París y Londres.
A principios de la década de 1950 viajó a Canadá de vacaciones para visitar a sus familiares, se quedó a vivir ahí y trabajó como bibliotecaria del Instituto Ártico de América del Norte en la Universidad McGill en Montreal. En 1953 conoció a su futuro marido Brian Barkham, un joven arquitecto británico y apasionado del País Vasco. Brian y Selma celebraron su luna de miel tardía en 1956 con un viaje al País Vasco, y fue el sacerdote Don Pío de Montoya, amigo de Brian, quien le habló por primera vez de la leyenda de los pescadores vascos que llevaban siglos yendo a lo que hoy se conoce como Canadá.
Selma quedaría atraída de por vida por este tema, y recordaría su primera relación con los vascos cuando siendo niña, en la década de 1930, a su hermano Thomas y a ella les regalaron una cesta punta para jugar el juego más rápido del mundo: Jai Alai.
En 1964 su marido enfermó con 35 años y Selma quedó viuda con cuatro hijos de entre dos y nueve años. En estas circunstancias, comenzó a trabajar como historiadora en National Historic Sites, lo que le permitió acceder a archivos sobre las expediciones vascas a Canadá en los siglos XVI y XVII, combinando así sus intereses intelectuales y personales.
Debido a un problema de salud, Selma se trasladó en 1969 a México, un lugar más cálido para vivir, y también con la idea de aprender español, fundamental para realizar la investigación sobre las conexiones de los marinos vascos con Canadá.
Tras vivir tres años en México, llevó a sus cuatro hijos a través del Atlántico a Bilbao y se alojó en el barrio antiguo junto al Archivo Municipal, donde esperaba comenzar su investigación de inmediato. Allí se encontró con un archivero que le dijo que si quería hacer alguna investigación sobre los documentos, tendría que estudiar paleografía con él en la Universidad de Deusto con el fin de aprender a leer la escritura a mano y enrevesada del siglo XVI.
Corría 1972. Mientras estudiaba paleografía, trabajaba como profesora de inglés y comenzó su propia investigación en los Archivos.
Aunque vivía en Oñati, Selma pasó meses investigando los archivos de Burgos, Valladolid, Simancas, Sevilla, Oviedo, Setúbal, Lisboa, Aveiro y Oporto en Portugal y los archivos parroquiales de muchas otras ciudades vascas en compañía de sus hijos que le ayudaban en las tareas de documentación.
“Las investigaciones de Selma le permitieron reconstruir un capítulo poco conocido de la historia de Canadá y del País Vasco: las pesquerías vascas de bacalao y ballena en Terra Nova. Descubrió la existencia de una industria ballenera vasca en el siglo XVI en Labrador y Québec, sus puertos balleneros, restos arqueológicos de sus bases, así como la presencia de galeones vascos hundidos en aquellos puertos, entre ellos el San Juan en el año 1565.”

Balleneros vascos. Grabado
Esta documentación detallada le permitió averiguar que los vascos, además de una próspera pesquería de bacalao en el litoral atlántico de Canadá, habían llevado a cabo allí una gran pesquería de ballenas a escala industrial. En el siglo XVI los bacaladeros vascos iban a la isla de Terranova y los balleneros iban a unos doce puertos de una zona de Terra Nova que los vascos llamaban la ‘Gran Bahía’, el actual Estrecho de Belle Isle, que separa Terranova de Labrador.
A lo largo de los años, con un rigor científico inusual, tomó meticulosamente notas y recopiló información sobre los barcos: de dónde eran, cuándo fueron construidos y quiénes fueron sus dueños. Además, reunió los nombres de muchos de los marineros, balleneros, sus esposas, sus relaciones, dónde vivían y dónde murieron.
Entre los miles de documentos de diferentes archivos que analizó, además de encontrar la palabra ‘Terra nova‘, también encontró en ocasiones nombres de puertos concretos, como Samadet, Los Hornos, Chateo o Buttus.
Si observamos hoy en día un mapa de la costa atlántica canadiense, no encontraremos estos nombres en ninguna parte. ‘Terra nova’ simplemente significa la ‘Tierra Nueva Encontrada’, y podría referirse a cualquier lugar en ese momento a lo largo de la costa del Atlántico Norte. Por ello fue a bibliotecas y archivos de España, Francia, Portugal, el Vaticano e Inglaterra en busca de mapas de principios del siglo XVI. A través de esta investigación cartográfica, logró reconstruir una imagen tan precisa de dónde estaban estos puertos vascos de pesca y caza de ballenas en la Tierra Nueva Encontrada, que pudo señalar en los mapas actuales a Nueva Escocia, Québec, Terranova y Labrador.
Su viaje a Canadá en 1977 fue decisivo para el descubrimiento del puerto ballenero de Red Bay y de la nao hundida ‘San Juan’, construida en Pasaia, y que permitió conocer la estructura de los barcos y los objetos marineros utilizados en aquella época.

Selma Huxley, con el mapa de 1592, que fue clave para hallar los puertos balleneros
La extensa investigación de Selma ayudó también a esclarecer las rutas comerciales y las temporadas de pesca, los pescadores convertidos en corsarios en tiempos de guerra, los pertrechos, aparejos y provisiones que llevaban a bordo los pescadores y balleneros vascos, las generaciones de pescadores que embarcaron e incluso descubrió bocetos de las naves. Además, tuvo la oportunidad de ir encontrando miles de manuscritos relativos a los otros sectores de la economía marítima vasca como la construcción naval, el comercio y la pesca en Europa.
Selma recuperó una parte extraordinaria de la historia del País Vasco, la del tiempo en que los arrantzales ayudaron a iluminar Europa con el aceite de ballena que conseguían en sus viajes anuales al otro lado del Atlántico norte.
Los primeros registros vascos de caza de ballenas alrededor de Labrador datan de la década de 1540. Dan detalles del extenso comercio de aceite de ballena que se usaba para las lámparas, que ardían más que las de aceites vegetales. Las ballenas también eran apreciadas por su grasa, utilizada en la construcción de barcos, la fabricación de jabón, productos farmacéuticos y en la industria textil.
Un promedio de 15 barcos vascos zarpaban cada año de Pasajes a Labrador, cada uno con al menos mil barriles de 200 kilos para transportar aceite de ballena y grasa a bordo. El aceite de lámpara de ballena se convirtió en el producto clave para los empresarios vascos, que desarrollaron ‘fábricas’ en la costa para producir cientos de miles de barriles de petróleo, y organizaron horarios de envío regulares entre Canadá y Europa para entregar el producto al mercado.
El trabajo de Selma sobre los cazadores de ballenas y pescadores vascos en aquella parte del mundo durante los siglos XVI y XVII ha tenido, tiene y tendrá un valor incalculable para la historia.

Mapa de la Nueva Francia realizado por los cartógrafos Jan Doetecom, Petrus Plancius y Cornelis Claesz (1592-1594). Mapmania
Su investigación fue pionera en muchos sentidos. Por ello, fue la primera mujer en recibir en 1980 la medalla de oro de la Royal Canadian Geographical Society. Luego siguieron la Orden de Canadá en 1981, el Lagun Onari del Gobierno Vasco en 2014, la Orden de Terranova y Labrador en 2015, varios doctorados honoris causa, y el Premio Internacional de la Sociedad Geográfica Española en 2018, entre otros, que honran por su trabajo excepcional ‘una pieza clásica de investigación histórico-geográfica’.
Por su vinculación con el municipio de Oñati, en el que vivió durante 20 años, el ayuntamiento creó la «Beca de investigación Selma Huxley Barkham» para desarrollar proyectos de investigación histórica desde una perspectiva de género.
La ciudad de Red Bay fue designada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y la nao San Juan es el símbolo del patrimonio subacuático mundial. La construcción de la réplica de la nao San Juan en Albaola cuenta, también, con el reconocimiento de la UNESCO y hoy en día constituye uno de los más importantes proyectos de patrimonio marítimo que se están acometiendo a nivel mundial.
En definitiva, un estudio que ha permitido conocer y comprender de forma muy específica algunas de las formas de economía más celebres en los años en los que se centra el estudio.
Selma murió el 3 de mayo de 2020 en su tierra natal a la edad de 93 años. Su legado perdura en su hijo Michael Barkham Huxley, doctorado en Geografía por la Universidad de Cambridge y experto en la historia marítima del País Vasco y de Canadá y la presencia de los balleneros y bacaladeros vascos en «Terra Nova».

Selma en el museo naval donostiarra. Foto: Usoz-DV.

Selma Huxley con sus tres hijos, en Oñati (Gipuzkoa), en 1976. Foto: Iñaki Linazasoro
Referencias:
- Wikipedia
- Geographical
- SaltWire.com
- Sociedad Geográfica Española
- Mapmania
- Cuando la caza de ballenas era cosa de vascos por Vicente G. Olaya. Blog Iñaki Anasagasti.
- Museo Marítimo Vasco
- euskalkultura.eus
Imagen de portada: Selma Huxley Barkham navegando frente a las costas de Terranova y Labrador en 1982. Foto: Michael Barkam ©
Por Ana Morillas, oceánica del IEO
Comparte esto: