Raquel Somavilla, oceanógrafa física

Me llamo Raquel Somavilla y soy oceanógrafa. Trabajo en el Instituto Español de Oceanografía y en mi investigación, estudiando procesos oceánicos desde su superficie a sus aguas profundas situadas a miles de metros de profundidad, busco entender el papel del océano en el clima.

Esa etapa oscura de la que nadie habla

24.octubre.2018

Hay hechos de la vida de los que, quizá por ser difíciles, parece que está prohibido hablar. Recuerdo haber leído algo sobre esto mismo referido al postparto. Esa época que cualquier mujer que haya sido madre sabe de lo que hablo. La teoría -no se sabe desarrollada por quién- dice que al estar de vuelta con tu bebe en casa serás lo más feliz del mundo. Pues bien, eso no es así en muchos casos. Yo la primera vez que pasé por ello menos mal que había leído algo sobre el tema y lo primero que hice fue desahogarme y no intentar fingir que todo iba fenomenal y no cabía en mí de gozo.

¿Y por qué cuento esto? Pues porque me da un poco la sensación de que mucho de lo que estamos contando desde Océanicas no refleja algunos de los problemas que enfrenta la mujer en la carrera científica. Y sobre eso también es importante hablar, para que quien se enfrente a algunos de esos problemas sepa por lo menos que es normal y que con ayuda todo es posible. Si la investigación es tan bonita, si es tan gratificante, ¿por qué el número de mujeres disminuye según se asciende en la carrera científica? En mi experiencia, hace ya tiempo que no es válido el argumento que hay menos mujeres iniciando carreras de ciencias. La mayoría de estudiantes de doctorado que he visto a mi alrededor desde que comencé mi tesis son en su mayoría chicas.

Proporción de hombres y mujeres en una carrera científica típica. Fuente: Women in Science database, DG Research and Innovation and Eurostat

Para mí, la etapa decisiva en la continuidad de la carrera científica de una mujer la marca la maternidad (lógicamente, en el caso que decida tener hijos que no es obligatorio. ¡No faltaba más!). Es verdad que se están dando pasos institucionales para que estas desigualdades sean menores descontando los periodos de permisos de maternidad de los periodos de actividad (ej. si una convocatoria indica que puedes presentarte hasta pasados siete años desde tu doctorado, los periodos de permisos de maternidad no computarán). Sin embargo, que te descuenten cinco meses es lo de menos en realidad. Algo más debe de haber para que tantas mujeres abandonen la carrera científica una vez que son madres. En mi opinión, esto tiene más relación con toda la desigual carga de responsabilidades que tener hijos hace recaer socialmente sobre una mujer. Bueno, he dicho socialmente pero también en el mundo científico la percepción de las responsabilidades de un padre y una madre con sus hijos son diferentes.

Estoy segura de que habrá quien lea esto y pensará que la conciliación no es solo cosa de mujeres. Por supuesto que no. No voy a discutir sobre el tema, solo voy a lanzar preguntas al aire basadas en los ejemplos de mis situaciones vividas.

¿Por qué tras tener un hijo está bien que un padre se vaya de campaña dos meses al Ártico cuando este tiene dos semanas, pero cuando eres madre y tu hijo tiene ocho meses todo el mundo da por hecho que no irás y por tanto te quedas fuera de la campaña? Se puede ver como un favor, pero pensar que si tú quieres ir eso te obliga a dar explicaciones que no vienen a cuento sobre por qué no te quedas con tu hijo. Lo mismo es aplicable a ir a cualquier congreso cuando tus hijos son pequeños. ¿Por qué la madre tiene motivos para no ir a un congreso pero no su padre? No veáis las veces que me han hecho la pregunta de “¿Cómo es que has venido?”. En fin, ya no te extrañas.

¿Por qué si tienes un permiso de paternidad/maternidad compartido que puede extenderse hasta el año, si el padre se coge un mes nadie le pregunta por qué no coge más, pero si tú decides cogerte seis meses todo el mundo te pregunta por qué no te coges más tiempo? De nuevo, tienes que dar explicaciones de por qué no te quedas más tiempo con tu hijo.

Y aun así para mí este tipo de cosas son lo de menos. La gran diferencia viene en el día a día. De entre quienes puedo considerar colegas de trabajo con hijos, he de decir que en su mayoría son padres cuyas mujeres no trabajan o no han trabajado mientras sus hijos han sido pequeños (8-10 años) o sus mujeres tienen reducción de jornada desde que han tenido hijos. Es fácil suponer en ese caso quién se encarga de llevar y recoger a los niños al colegio, quedarse con ellos cuando se ponen malos… Y cuando la mujer también trabaja, ¿por qué se supone que tiene que hacerlo ella? No me vengáis que no es así siempre, si fuese 50/50 en el caso de que ambos trabajen no les costaría tanto a las empresas darle la flexibilidad horaria a un hombre. Si hasta desde el colegio siempre te llaman a ti a pesar de tener tanto el teléfono del padre como de la madre. Y si decides no ser tú quien se encargue de estas cosas de nuevo a dar explicaciones. Parece que estamos empeñados en hacernos sentir culpables. Pero cuando la presión te puede y te ocupas te das cuenta de que esos días que te haría falta quedarte un rato más porque tienes algo que acabar no puedes porque a tus hijos tienes que recogerlos sí o sí.

Y si decides seguir y no dejar nada atrás y terminarlo, ¿de dónde creéis que sale el tiempo? Pues de tus horas de sueño. Lo mismo pasa cuando hay que llevarlos al médico o se ponen enfermos y hay un deadline (una fecha límite para mandar algo). Al final son pequeñas cosas, pero muchas pequeñas cosas todos los días que te van agotando física y mentalmente y que si no te ayudan en casa es imposible de llevar. Como decía mi abuela, por una sardina se ahogó un burro. Entiendo que muchas mujeres dejen la investigación o sus trabajos sean de lo que sean tras ser madres.

Esta es mi experiencia que no tiene que ser la de todas, pero por si a alguien le sirve creo que es normal sentir que no se puede con todo pero también importante saber que un reparto equitativo de tareas domésticas y familiares puede marcar la diferencia entre poder seguir adelante o no hacerlo.

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