Alicia Lavín: 40 años dedicados a la oceanografía física

"La información marina es un bien necesario y complicado de obtener. Si ahora es difícil, ¡cómo sería en los años de nuestras pioneras!"

Alicia Lavín nació en Santander en 1955. En 1977 se licenció en Ciencias Físicas en la Universidad de Cantabria y, ese mismo año, recibió una beca para estudiar la hidrodinámica de la bahía de Santander en el IEO que le sirvió para descubrir la oceanografía, disciplina a la que se dedicaría durante más de 40 años.

Se siguió formando en EEUU en el Massachusetts Institute of Technology y la Woods Hole Oceanographic Institution con algunos de los más prestigiosos oceanógrafos físicos del momento, lo que le llevó a participar en el mayor experimento a escala global para conocer la dinámica del océano: el World Ocean Circulation Experiment (WOCE).

A su regreso a España, fue pionera en impulsar los sistemas de observación oceánica modernos que conocemos hoy en día, como la serie de campañas Radiales o la boya Augusto González de Linares. También ha sido pionera rompiendo barreras y techos de cristal: lideró el grupo de trabajo de hidrografía oceánica del ICES, fue la primera jefa del Área de Medio Marino del IEO y la primera directora del Centro Oceanográfico de Santander.

Se jubiló hace poco más de un año, pero sigue muy involucrada en la investigación y divulgación de las ciencias marinas y del papel de la mujer. Recientemente participó en el ‘Symposium on Decadal Variability of the North Atlantic and its Marine Ecosystems: 2010-2019’, organizado por ICES y NAFO, donde, además de rendirle homenaje, ha presentado un trabajo de arqueología de datos en el que ha recuperado información oceanográfica obtenida desde los años 30.

Por Pablo Lozano

 

¿Cómo nació tu interés por la ciencia?

De siempre recuerdo mi interés por las matemáticas aplicadas, en el colegio y en el instituto. Se me daban bien las ciencias y no las letras.

¿Por qué decidiste estudiar Física?

Realmente yo quería estudiar Química, pero tenía que ir a estudiar fuera y a mis padres no les convencía, así que me decidí por hacer Físicas, que también me gustaba, y nunca me he arrepentido. Mi padre me animaba a hacer Ingeniería de Caminos, que también lo podía estudiar en Santander, pero no lo logró. En aquella época se tardaba muchos años y yo no estaba dispuesta.

¿Cómo recuerdas tus años de universidad?, ¿erais muchas mujeres?

En primero de Físicas éramos un buen grupo de chicas, alrededor del 15 o 20% de la clase. Luego fue disminuyendo el número de mujeres y en los últimos años éramos tres o cuatro, aunque el porcentaje se mantendría parecido. También había un cierto número de profesoras, sobre todo profesoras ayudantes y de prácticas, nunca catedráticas, claro.

¿Cómo descubriste la oceanografía física?

Terminé la carrera sin ningún interés por la oceanografía. Pero me enteré que convocaban una beca para hidrodinámica de la bahía de Santander y me presenté. Nos hicieron una entrevista a los solicitantes y, Orestes Cendrero, el que después seria mi director más de 25 años, me preguntó si tendría problemas con los embarques, le contesté que estaría encantada de trabajar en un barco y conseguí la beca. Mi primera campaña fue en el buque oceanográfico Naucrates en la ría de Pontevedra y me encantó. Desde entonces tuve claro que la oceanografía sería mi profesión.

Naucrates

Alicia en Muros, en el buque Naucrates durante su primera campaña oceanográfica.

 

¿Tenías algún referente en esa época?

Al empezar en el IEO en Santander no había ningún físico y mi trabajo dependía del Departamento de Física de Madrid. Allí conocí a María Luisa González Sabariegos, primera oceanógrafa física en el IEO. Se jubiló poco después y no tuve demasiado contacto con ella pero me dio una caja con “información de Santander” y yo me volví tan contenta.

Muchos años después en esa caja hemos encontrado datos de una campaña que hizo Jimena Quirós, la primera oceanógrafa del IEO, en Santander en el verano de 1932.

Así que, aunque no lo fueran en mis comienzos, Jimena Quirós y María Luisa González Sabariegos, han sido mis referentes. También María Jesús del Val, primera oceanógrafa de plantilla en el IEO de Santander. Fue Química y Doctora en Farmacia, trabajó en el laboratorio de Santander entre 1949 y 1954, cuando fue trasladada forzosa al laboratorio de Málaga. Ella montó el primer laboratorio de Química e hizo las determinaciones de clorinidad, oxígeno y algunos nutrientes en esos años. Recientemente impartí una charla en la que recuperamos su vida y obra.

También fueron un gran aliciente todas mis compañeras biólogas, desde mi comienzo fuimos un grupo de mujeres luchadoras en el laboratorio de Santander, y en otros como Vigo y Coruña con quienes colaborábamos, y así nos hemos mantenido al cabo de los años.

¿En tus primeros años como oceanógrafa fuiste al MIT a hacer un máster, qué supuso esa experiencia?

La experiencia en el MIT me hizo colaborar con un buen número de científicos muy reconocidos. Además, cada martes bajábamos a la Woods Hole Oceanographic Institution (WHOI) y aquello era oceanografía pura y dura. Allí habían estado los grandes oceanógrafos históricos y había un montón muy reconocidos. Las asignaturas del máster eran punteras y había clases que eran verdaderas clases magistrales. Pero había que trabajar un montón para resolver los problemas que te planteaban, fue muy duro, sobre todo el primer cuatrimestre, pero muy enriquecedor y una gran experiencia vital tanto para mi marido, que estaba haciendo también un máster en el MIT, como para mí. Una experiencia que no hubiese sido posible sin el apoyo de Álvaro Fernández, director del IEO en esa época y la Fundación Botín que financió los gastos de matrícula.

MIT

Alicia, junto a su marido Macario Fernández-Alonso, durante la graduación de ambos, frente al edificio del Earth, Atmospheric and Planetary Sciences del MIT, donde hicieron el máster.

 

Como parte de esta estancia participaste en la campaña oceanográfica conocida como 24N, un hito de la oceanografía moderna, ¿cómo surgió esta campaña?

En 1992 se celebraba el 500 aniversario del descubrimiento de América y Gregorio Parrilla, oceanógrafo del IEO, solicitó financiación al Ministerio para realizar una campaña con un trayecto similar al viaje de Colón, la campaña 24N. Esta campaña, que se realizaría a bordo del Hespérides, que se acababa de incorporar a la flota, fue la aportación de la oceanografía española al Experimento Global de Circulación Oceánica (WOCE), una enorme iniciativa mundial que fue el comienzo de la oceanografía moderna, con uso y desarrollo de todo tipo de técnicas de observación y tratamiento de datos.

¿Qué objetivo tenía la campaña?

La campaña consistía en comparar las condiciones hidrográficas de toda la columna de agua en 1992 con las que ya se habían recogido en 1959 y 1981. Se hicieron trabajos de física, se tomaron numerosos y nuevos parámetros químicos y muestras de plancton.

¿Y qué resultados se obtuvieron?

Cuantificamos por primera vez con gran detalle el calentamiento de aguas profundas. Unos resultados que se publicaron en la prestigiosa revista Nature y que supusieron una notable contribución española al WOCE. Además, la campaña fue el inicio de una colaboración y amistad de un grupo de oceanógrafos jóvenes, de diversos organismos, que nos hemos mantenido en contacto durante muchos años. Entre ellos estaba Aida Fernández Ríos, del Instituto de Investigaciones Marinas de Vigo, que luego sería mi referencia como directora de centro.

24n

Alicia Lavín junto a María Jesús García, Joaquín Molinero, Juan Alonso, Pepe Brawn y Harry Bryden posando con la roseta a bordo del Hespérides durante la 24N que dirigió Gregorio Parrilla.

 

¿Qué supuso a nivel personal en tu carrera?

Mi formación en el MIT y el trabajo que allí hice tratando datos con el Prof. Harry Bryden de Woods Hole, un reconocido experto en la sección 24N y mis relaciones con notables oceanógrafos fue fundamental para mi trabajo posterior.

Aprendí la importancia de los datos, lo mucho que se necesita trabajarlos para que estén completamente calibrados, muchas técnicas de tratamiento de datos, así como la necesidad de los sistemas de observación, que luego ha sido una constante en el desarrollo de mi carrera científica.

¿Por qué son importantes los sistemas de observación?, ¿qué han supuesto en tú trabajo?

La toma de datos climáticos es de suma importancia para conocer y hacer un seguimiento de la evolución de las condiciones oceanográficas y a ello he dedicado una buena parte de mi trayectoria en oceanografía, desde la radial de A Coruña, que comenzamos en 1987, la de Santander en 1990, las radiales profundas en 2004 y la boya Augusto González de Linares en 2007, que son partes del sistema de observación del IEO y que permite conseguir información científica útil para los modelos de previsión del tiempo a corto, medio y largo plazo, mejorando la fiabilidad de los pronósticos y ayudando a poder gestionar la vida en los ecosistemas marinos y a entender su funcionamiento.

Momentos antes de fondear la boya oceanográfica-meteorológica Augusto González de Linares frente a la costa de Santander.

 

Llegaste a liderar el grupo de trabajo de hidrografía oceánica del ICES, ¿cómo fue esa experiencia?

Liderar el grupo y dirigir las reuniones fue muy duro. Yo había sido buena colaboradora, con iniciativas, pero nunca había liderado un grupo de trabajo de esa importancia. La experiencia fue muy valiosa y lo recomiendo, pero es muy exigente. Durante los tres años en que fui chair aumentó espectacularmente el número de mujeres del grupo, creo que mi liderazgo fue un acicate y muchas mujeres se animaron en ese periodo.

Tus últimos años de carrera los dedicaste principalmente a la gestión, primero como jefa del Área de Medio Marino IEO, la primera mujer en ocupar el cargo, y después como directora del IEO en Santander durante 8 años, también la primera. Una pionera en romper el famoso techo de cristal. ¿Cómo recuerdas esta etapa de gestión?

La etapa de jefa de Área de Medio Marino del IEO no fue muy larga, ya que se convocó la plaza de directora del IEO de Santander y opté a ella. Pero en ese tiempo traté de apoyar las iniciativas de los investigadores e investigadoras del área y llegué a conocer a muchos compañeros que por ser del Mediterráneo o de otras disciplinas no había tenido ocasión de conocer anteriormente. Aunque en el momento no percibí ningún problema por ser la primera mujer, viéndolo ahora en perspectiva, en ciertos momentos sentí que no tenía la fuerza para poder defender mis criterios.

La etapa de primera directora del IEO en Santander fue más larga y supuso un gran esfuerzo por tratar de defender al personal y capacidades del centro. La época fue dura. Cuando empecé ya estábamos en crisis y los presupuestos se recortaban más cada año.

centenario

Alicia junto al entonces Príncipe Felipe y la Dirección del IEO al completo durante la conmemoración del centenario de la institución en 2014.

 

Actualmente sabemos que estás trabajando en recuperar datos oceanográficos históricos tomados desde los inicios del IEO en el Cantábrico, como los datos que tomó Jimena Quirós en 1932, ¿cómo te interesaste en este tema?

Parte de estos datos estaban en la caja que me dio María Luisa González Sabariegos que comenté anteriormente. Por entonces no le di importancia. Me parecieron estaciones muy someras. Pero guardé cuidadosamente estos datos y hace pocos años, con la ayuda de Raquel Somavilla, lo revisamos y ella descubrió las estaciones de Jimena Quirós.

¿Cómo debió ser la obtención de esos datos en 1932?

Como ya he dicho, la información marina es un bien necesario y complicado de obtener. Si ahora es difícil, ¡cómo sería en los años de nuestras pioneras! El informe en que Jimena Quirós presenta las actividades de su comisión de servicio para muestrear en Santander en el verano de 1932 es tremendo. Las condiciones eran malísimas. En un pequeño barco sin cabina, tratando de capear el temporal y esperando a ver si mejoraba para salir fuera de la bahía.

radprof

Alicia, a bordo del Cornide de Saavedra, durante una campaña RADPROF en 2007.

 

¿Y qué importancia tienen estos datos?, ¿tienen interés científico en la actualidad?

La estación III que muestreó Jimena Quirós en 1932 a 100 metros de profundidad no se volvió a hacer hasta 1985, ya con la embarcación José Rioja, de 17 metros de eslora. Nunca antes se repitió en un barco sin cabina y con botellas de inversión. Esas 14 estaciones, todas las que Jimena pudo hacer entre el 15 de junio y el 23 de agosto, a 100 metros de profundidad, nos informan de cómo estaba el agua de la parte superior del Agua Central Noratlántica, agua que encontramos bastante más cálida en los últimos 30 años.

Ahora estamos haciendo esa comparación, en colaboración con Menchu Rodríguez, también jubilada, Raquel Somavilla, Amaia Viloría y Elena Tel, del Centro de Datos del IEO, añadiendo campañas del Xauen, barco de la armada que trabajó en oceanografía en los años 30 y 50, y otras campañas hasta de los primeros años del buque Cornide de Saavedra a partir de 1972. Unos datos que servirán para ver cómo ha sido la evolución.

Toda la información es poca para trabajar en el océano y las nuevas técnicas nos irán aportando nuevas posibilidades.

¿Qué le dirías a las niñas que quieran estudiar oceanografía?

Creo que es una magnífica oportunidad de trabajo y una forma de relacionarte con gente y científicos de otros lugares y condiciones que tienen un objetivo similar al tuyo. Ahora que el cambio climático es una realidad admitida por todos, hay que tratar de paliarlo de la mejor manera y el mar es uno de los sistemas más necesarios de estudiar y mantener. Así que, mucho ánimo y a trabajar por ello.

 

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